La Presencia de Dios…

La presencia del Señor en nuestros deberes.

Muchas veces, olvidamos cuan maravilloso es todo. Olvidamos que nuestros deberes son dados por Dios.

Nuestra buena suerte es Dios en nuestros corazones.

Podemos quedarnos con Dios en la generosidad que damos a otros.

No hay Dios en nuestra aspereza u otro trato rudo hacia otras entidades vivientes.

Por consiguiente si queremos estar con Dios en nuestra mente, siempre debemos pensar como acercarlo a nosotros viéndolo en el corazón de quienes contactamos cada día.

En la oración profunda fluye su misericordia.

En el cuidado y amor hacia otros su misericordia fluye a través de nosotros hacia los demás.

Es la bondad de Dios que nosotros podamos encontrar a nuestros diversos hermanos y hermanas cada día.

Dios es el creador y mantenedor de todas las almas y elementos.

Su presencia es para ser vista en cada momento.

Él está en la belleza del paisaje y en el amor de cada ser.

Él es el tema de todos y ejerce su supremo poder dándonos tanta independencia.

Su gracia siempre esta presente. Nosotros podemos verlo, tocarlo, podemos olerlo y degustarlo en su presencia universal y obtener un vislumbre de sus glorias infinitas y poderes.

Su propia dulzura personal sin embargo, solo podemos percibirla en sus devotos puros y su devoción hacia el.

Tenemos que ver a Dios de las muchas maneras que El nos esta permitiendo estar cerca de El.

El es la generosidad que nosotros recibimos.

El es el castigo que experimentamos algunas veces en la vida.

El nos despierta por la mañana y nos permite descansar por la noche.

El nos da fuerza y paz en nuestro sueño profundo y a veces mensajes en nuestros sueños.

Él esta allí para aceptar nuestra comida cuando hacemos una ofrenda a El.

El nos ve aun cuando nosotros no lo vemos a El.

El es el bienqueriente de todos.

Nos recuerda su visión perfecta. Nos da claridad interna.

Nos da siempre su apoyo y nuca nos rechaza a pesar de nuestras desviaciones.

Este es su pedido:

Vuélvete todo amor.

Ayuda a otros.

Comparte lo que tengas.

Da a otros lo que te gustaría recibir.

Ama a tu prójimo como a ti mismo. Esté con El y nunca te arrepientas de haberte ofrecido como un instrumento de su amor.

Ahora nos podemos alegrar: Él esta allí para quedarse hasta que nosotros comprendamos finalmente que su amor es el más grande y que hemos perdido mucho tiempo en este mundo.